Literatura de subsistencia: Faunitas 52

Faunitas 52

Disfruto
mirar publicidades
gigantes de mujeres perfectas
desde el colectivo.

Imagino mi granja.

Cuando vivamos juntos
vamos a comprar un mantel.

Podríamos tener
un perro bonsái
para pasear por la plaza
en las noches.


¿Será cierto?

Todo esto: ¿Será
cierto?


Mi viejo empezó
a ver fantasmas
y tus hermanas
enloquecen:

no son datos menores.

Los domingos nos liquidan,
este no fue la excepción,
por eso
temprano tomé mi juguito
y leí al viejo Bill:

El conocimiento
- no el dolor-
es el que recuerda
mil calles
salvajes y solitarias.

Eso levanta.

Pero hace un rato
llamaste y pude
oír la fritura de tu llanto:
mi primeros poemas
eran sobre muchachas
que lloraban
con el tubo apoyado en la cara.

Salí a caminar
y a la vuelta del polideportivo
vi, cruzando en una bicicleta roja,
a la mujer que se sentó
a mi dado en el colectivo de ayer

Recuerdo que discutía por celular
con su pareja y
que bajamos
en la misma parada.

Hay cosas
que no me conmueven.

A veces
apago la tele
para que el tiempo
no pase tan rápido.

El aire de octubre
en la cara
me hace pensar
en una colina de cedros.

Toda una colina de cedros
extendida sin planes
bajo el imperio del sol.

La guerra mental.

Una colina de cedros:ni la música
de Pitágoras
ni el silencio de Pascal.
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