Literatura de subsistencia: octubre 2007

La inocencia es la platafoma del terror

domingo, octubre 28
“Por ley nacional no se puede pescar
de noche en los diques.”

dijo mi primo.

Pero lo hicimos igual: y llevamos la escopeta que mi padre
guarda sobre el armario.

(La sacamos mientras dormía)

El dique no se parecía a lo fantástico
que me habían contado. Los lugares
públicos suelen ser decepcionantes.

En el bote me mostró
un billete doblado en muchas veces
de diez mil australes. Lo sacó del puño
de su media y dijo que era
su amuleto para la buena caza.

Nunca más volvimos a pescar,
ni a tomar una escopeta prestada. Solo
nos saludamos con un beso alguna
cena de navidad o en cada cruce accidental
por el mapa de líneas cruzadas y entretejidas
que es el tiempo. Cada uno supo elegir
que espinas clavarse.

En el bote nos dimos cuenta que
solo se pescaban pequeñas
e indefensas crías de dorados:
seguramente por eso la regulación de la ley.
Y nos amanecimos descargando
las tres cajas de cartuchos que
teníamos, haciendo puntería
al puente de luces amarillas por
el que solo pasan los camiones que van al sur.

Faunitas 52

sábado, octubre 13
Disfruto
mirar publicidades
gigantes de mujeres perfectas
desde el colectivo.

Imagino mi granja.

Cuando vivamos juntos
vamos a comprar un mantel.

Podríamos tener
un perro bonsái
para pasear por la plaza
en las noches.


¿Será cierto?

Todo esto: ¿Será
cierto?


Mi viejo empezó
a ver fantasmas
y tus hermanas
enloquecen:

no son datos menores.

Los domingos nos liquidan,
este no fue la excepción,
por eso
temprano tomé mi juguito
y leí al viejo Bill:

El conocimiento
- no el dolor-
es el que recuerda
mil calles
salvajes y solitarias.

Eso levanta.

Pero hace un rato
llamaste y pude
oír la fritura de tu llanto:
mi primeros poemas
eran sobre muchachas
que lloraban
con el tubo apoyado en la cara.

Salí a caminar
y a la vuelta del polideportivo
vi, cruzando en una bicicleta roja,
a la mujer que se sentó
a mi dado en el colectivo de ayer

Recuerdo que discutía por celular
con su pareja y
que bajamos
en la misma parada.

Hay cosas
que no me conmueven.

A veces
apago la tele
para que el tiempo
no pase tan rápido.

El aire de octubre
en la cara
me hace pensar
en una colina de cedros.

Toda una colina de cedros
extendida sin planes
bajo el imperio del sol.

La guerra mental.

Una colina de cedros:ni la música
de Pitágoras
ni el silencio de Pascal.