La moderna idea de eficacia mezclada con la antigua sed de sangre - Cuarta Parte
Y recuerdo
que solo escribo
en vacaciones.
Y que si pienso mucho
en poesía
no me sale.
Todavía recuerdo
como funciona:
publicar un libro,
que lo prologue
alguien importante
que lo presente,
en una sala prestigiosa,
otro importante,
pelear con el poder de la insistencia
una reseña,
conseguir una entrevista,
aparecer en todas las lecturas
y presentaciones,
visitar, casa por casa,
a las personas de “poder”,
deshuesarse porque te inviten
a un cumpleaños
alucinar con que
se aprendan tu nombre.
Para después
terminar mezclado
con las modas de turno
y ahora, están todos
mirando hacia arriba
chocándose las espaldas
en un cuarto reducido.
Y entonces, solo
con cojerte a la mujer
indicada,
quedás solo
y enfermo
escribiendo,
con tembleque,
poemas de puño.
Recuerdo
que me regalaron libros,
y que dijeron
que mis poemas
eran buenos.
Recuerdo
que me fui a vivir
a las sierras
para escribir
esos poemas
brillantes,
que nunca escribí,
y solo me cagué de frió
y aprendí de plantas.
Recuerdo
lo que es sentirse
el hemisferio
superior de la humanidad
después de escribir
un buen poema.
Recuerdo
que iban a haber premios
y gloria,
y honor,
y con todo eso
no haría falta
un pase
para juntar fuerzas
y enfrentar la mecánica
del día.
Recuerdo
también, la becas,
con las que compraría
un auto,
construiría una casa,
para así,
forjar una familia
a la sombra y cuidado
del poema.
Recuerdo
el humor,
las palmadas,
las personalidades
importantes,
los concursos,
las presentaciones,
los debates,
las lecturas,
los congresos,
los libros,
las notas,
las cenas.
Pero no todo es baladas
y rock and roll,
no podemos quejarnos,
si para algo sirve
la literatura,
es para demostrar cosas,
cosas, como por ejemplo,
que una vida entera,
puede ser,
con todo el aire de las colinas,
un error.
que solo escribo
en vacaciones.
Y que si pienso mucho
en poesía
no me sale.
Todavía recuerdo
como funciona:
publicar un libro,
que lo prologue
alguien importante
que lo presente,
en una sala prestigiosa,
otro importante,
pelear con el poder de la insistencia
una reseña,
conseguir una entrevista,
aparecer en todas las lecturas
y presentaciones,
visitar, casa por casa,
a las personas de “poder”,
deshuesarse porque te inviten
a un cumpleaños
alucinar con que
se aprendan tu nombre.
Para después
terminar mezclado
con las modas de turno
y ahora, están todos
mirando hacia arriba
chocándose las espaldas
en un cuarto reducido.
Y entonces, solo
con cojerte a la mujer
indicada,
quedás solo
y enfermo
escribiendo,
con tembleque,
poemas de puño.
Recuerdo
que me regalaron libros,
y que dijeron
que mis poemas
eran buenos.
Recuerdo
que me fui a vivir
a las sierras
para escribir
esos poemas
brillantes,
que nunca escribí,
y solo me cagué de frió
y aprendí de plantas.
Recuerdo
lo que es sentirse
el hemisferio
superior de la humanidad
después de escribir
un buen poema.
Recuerdo
que iban a haber premios
y gloria,
y honor,
y con todo eso
no haría falta
un pase
para juntar fuerzas
y enfrentar la mecánica
del día.
Recuerdo
también, la becas,
con las que compraría
un auto,
construiría una casa,
para así,
forjar una familia
a la sombra y cuidado
del poema.
Recuerdo
el humor,
las palmadas,
las personalidades
importantes,
los concursos,
las presentaciones,
los debates,
las lecturas,
los congresos,
los libros,
las notas,
las cenas.
Pero no todo es baladas
y rock and roll,
no podemos quejarnos,
si para algo sirve
la literatura,
es para demostrar cosas,
cosas, como por ejemplo,
que una vida entera,
puede ser,
con todo el aire de las colinas,
un error.