Literatura de subsistencia: Hubiera escrito un montón de poemas

Hubiera escrito un montón de poemas

Pero me la pasé limpiando.

Dios me lo pidió en un sueño
y estos días me la pasé encerrado.

(durmiendo, mirándome en el espejo, aseandome con cuidado)

Nada es inmune a la realidad
por eso limpié y limpié.

(No se puede dejar de limpiar
cuando se empieza no se para,
la mugre es un estado permanente de las cosas
y uno sabe que puede con ella)

Todo lo que desconcierta, de algún modo estimula.

Y ahora escribo.
Estoy escribiendo.
Desde arriba baja un viento fresco
y el sonido de las ventanas chirriando.

Hay dos islas enfrentadas en mi mente.
Y eso, solo quiere decir que no entiendo lo que quiero.
Hace días que las veo fijas, planas, verdes,
como una nube en el ojo.

Tengo seis plantas bajo techo que cuido a diario.
Que no entre mucho viento porque las quiebra pero, a su vez,
que haya siempre una brisa suave para que el tallo se fortalezca.
El agua debe ser justa y bien administrada:
medio jarro por día, de agua suave, filtrada, sin cloro.

La luz empuja. La planta empuja. Esta mecánica está buena.

Pero sigo ensuciando y así pasa el tiempo
como el humo de azufre de un fósforo que se desprende
y al tocar el techo se esparce hasta que se enfría
y se adhiere a los poros del cemento dejando una pequeña mancha gris.

Me la pasé limpiando.
Las escaleras, los baños, las ventanas.
Limpié cáscaras y cartones, limpié jugos.

Hay un fuego hinchándose en las cápsulas
expectante a los nuevos riesgos de la materia.
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