Literatura de subsistencia: Faunitas cuarenta

Faunitas cuarenta

En el caño
de la bici
atamos con una
soga celeste de nylon
esa almohada vieja
donde apoyaba
la guitarra que vendí.
Así te sentás
y no duelen los paseos
de las tardecitas
en que tu pelo rubio flamea
coreográfico
con tu pollera blanca
por todas esas
bajadas

(que a veces son subidas,
según como se las mire)

de ese lugar
llamado alberdi.
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