Literatura de subsistencia: abril 2008

Un charco donde aguarda un oso blanco rechinando las mandíbulas

viernes, abril 18
El loro se llamaba Lorenzo.

Tuvo, como todos,
oportunidades que no aprovechó
y un sueño siempre fresco e intacto
por el que luchar.

Cuando Celina cayó del árbol y se rompió la espalda,
enmudeció y una semana después
marchó a su lado por el sendero de la plegaria.

El loro repetía:

¿Siempre habrá alguien dispuesto a salvar al pueblo?

El loro repetía:

¿Y si una madrugada alguién deja un pico abierto
y se te mojan los libros
y los tenés que arrastrar por las escaleras a la terraza,
a ver si secan, sin que nadie vea que te caen lágrimas?

Ya no me perforo la piel con espinas antes de la caza
prefiero otras cosas, otros lugares.

Un amigo puede huir a Mexico con tu ex
o podés quedarte solo en una ciudad nueva
dos meses, sin casa y con un trabajo silencioso
y frío.

¿Cuándo ganaré ese concurso
en el que participo todos los años?
(ya me caduca la edad)

El loro repetía:

Tu vida es un charco donde aguarda
un oso blanco rechinando las mandíbulas

El ponja repetía:

Navegar.